Un paseo por las nubes

Carmela ArticuloEl fin del verano tiene siempre mucho de nostalgia, pero también un poco de anhelo. Nostalgia por el fin del tiempo vacacional, por los días eternos y las noches estrelladas; por el estar más tiempo fuera que dentro y más libre que atado. Pero como cualquier etapa que se cierra, da comienzo a una nueva. Un otoño que viste el campo de tonos maravillosos, de mañanas frescas y tardes apacibles, de tierras baldías que se preparan para el nuevo ciclo.

Nosotros también tenemos la sensación de estar ante una nueva etapa. Y empezarla con buen pie es casi una obligación. Imagina un plan que suponga el punto de partida de este nuevo curso escolar’. Un plan que te lleve a dejar el asfalto y elegir el campo como escenario para una jornada de relax.

Y entre los muchos escenarios posibles, por qué no pasear por un viñedo. Un viñedo que, una vez cumplida su misión y entregada su preciada uva, reposa descansado mientras sus hojas van tornándose en tonos rojizos, amarillos y ocres. Sin presiones, como un bello escenario por el que corretean los conejos, pasean las perdices y trinan los pájaros bajo un tenue sol y una agradable brisa otoñal.

Imagina pasear entre sus calles mientras aspiras aire puro y dejas volar la imaginación. Seguro que el paseo te abre el apetito y te apetece sentarte a descansar con una copa de vino procedente de estas cepas que acabas de recorrer. Puedes acompañar este gran vino de unos deliciosos aperitivos, mientras la conversación fluye, el ambiente se anima y comienza una comida en la que los platos se suceden a cada cual más exquisito.

Qué interesante catar tintos procedentes de distintas variedades de uvas, con crianzas que van alargándose, descubriendo sus matices, maridándolos con especialidades típicas de la zona o con las propuestas más vanguardistas. Una comida muy especial a la que sigue una sosegada sobremesa, sin prisas, disfrutando del campo, del entorno, del regusto del vino.

Cuando mires el reloj, el tiempo habrá pasado volando. Parecerá irreal, pero no lo ha sido. Son los efectos de una perfecta jornada otoñal en una bella bodega del siglo XVIII. Un día para desconectar de todo y dedicarte sólo a disfrutar con quienes más te apetece. Una visita inolvidable a Finca Loranque. Ven a conocernos!!

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